miércoles, 7 de marzo de 2012

Música callada, soledad sonora


La noche sosegada
en par con los levantes de la aurora.
La música callada,
la soledad sonora,
la cena que recrea y enamora.

En estos versos del Cántico espiritual de San Juan de la Cruz encontró Frederic Mompou la expresión de su ideal estético. Y si bien el místico pretendía poetizar la intimidad ferviente que orienta hacia lo sagrado, en sus palabras el músico catalán encontró el calificativo más idóneo para una obra que quería ser la voz del silencio.

Mompou (1893-1987) despreció las modas de su época y se negó a emular a los ídolos de la música moderna tales como Schöenberg y Webern a los que detestaba (sintió siempre una repugnancia instintiva hacia la música germánica en la que identificaba una genuina "fonorrea"). Autodidacta, se dejaba llevar por su intuición, y por ello permaneció más cerca de la música de Fauré, Poulenc y especialmente Satie, otro miniaturista del piano. Se fue forjando una idea de la música basada en su cualidad sonora primigenia, en la pureza del sonido y su resonancia (es interesante señalar aquí que durante su infancia tuvo un papel de referencia la fábrica de campanas de su abuelo materno). La música era para él sonido puro, nada de discurso y mucho menos, por supuesto, arquitectura.

Se definía a sí mismo como hombre de pocas palabras y músico de pocas notas. Consideraba que la audición es interna y la emoción secreta, y que esta última sólo toma forma en los ecos (resonancias, otra vez) de la propia soledad. El atractivo de ese diálogo interior que despierta la escucha de "Música callada" está en lo que se queda fuera. Su minimalismo nace a partir de un lenguaje de silencio. Las frases corren desprovistas de compás, hacia la nada. No encontraremos desarrollos dramáticos en ninguna de las 28 pequeñas piezas que forman la colección (cuatro cuadernos compuestos entre 1959 y 1967), sino gestos interrogantes, sigilosas sendas que nos devuelven a la inocencia musical.

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Existe registro discográfico del propio Frederic Mompou al piano, grabado en 1974 en el Casino de l'Aliança del Poblenou, editado por Ensayo. Aún así, me atrevo a recomendar también las versiones de Herbert Henck (ECM, 1995), Javier Perianes (Harmonia Mundi, 2006) y Josep Colom (Mandala, 1994), junto con un par de curiosidades jazzísticas interesantísimas: "Round About Federico Mompou" de Beirach, Huebner y Mraz (ACT, 2001) y "Música callada" de Couturier, Mechali y Laizeau (Zig-Zag, 2010).

El 12 de marzo en la Sala Oriol Martorell de l'Auditori de Barcelona tendremos ocasión de escuchar la interpretación de Josep Colom en el piano de cola Chassaigne Freres del propio compositor donado por su viuda al Museo de la Música.

2 comentarios:

Eastriver dijo...

Mompou es una de mis asignaturas pendientes, Jose. Pero lo de músico de pocas notas me gusta... Hay algunos que se lo deberían haber aplicado, jaja. Una abraçada.

Isabel Martínez Barquero dijo...

No he escuchado a Mompou, pero su gusto por el medio fraile (San Juan de la Cruz) ya me lo hace simpático.
Disfruta de ese recital.
Un beso.